Llevo unos días recorriendo los montes del Pirineo; tenía muchas ganas de regresar con calma, disfrutando senderos nuevos y rememorando los que ya conocía. Recordaba la belleza de las flores de distintos colores que te sorprenden en cada rincón; el vuelo de las mariposas a cada paso, lo exuberante de la vegetación. Pero mi memoría no guardaba la presencia constante del agua, que corre por todas partes en diferentes formas: ríos, fuentes, lagos, cascadas. Agua que limpia y nutre con una fuerza inmensa, clara y salvaje, todos mis paisajes: dentro y fuera, pasado y futuro.
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