Estas semanas sigo escribiendo hacia dentro; a veces dejo palabras en los cuadernos, pero son tan mías que no puedo compartirlas. Me envuelve el otoño con su magia antigua; ese tránsito hacia la oscuridad que me hace sentir o quizá desear, o imaginar, que soy una osa. Camino por el bosque; piso las hojas ocre, canela, que crujen bajo mis pies. Otros días solo siento su tacto mojado; escucho el sonido de la lluvia persistente que lo empapa y lo refresca todo. El olor profundo del moho creciendo sobre los árboles; su corteza húmeda, como corresponde a la estación.
Por fin llego a mi madriguera; me escondo allí, enrollo mi cuerpo grande y torpe en esta época del año. Cierro los ojos; ahora puedo concentrarme en ese calor que siento nacer por dentro, el que me alumbra desde que empezaron a menguar los días y me acompañará hasta que los primeros pájaros me despierten con su canto cuando regrese la Candelaria
Imagen: Daniele Levis Pelusi (Unsplash)